PERTURBADORES DE ALMAS
por Steve Barton
 

"Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema." (Gálatas 1:6-9)

    Algún tiempo después del inicio de la iglesia gálata, estando bien encaminada hacia la madurez, algo horrible le pasó. Fue, de hecho, algo tan espantoso que hizo que el apóstol Pablo dudara de la profesión de la gente allí (Gal. 4:11, 19). El problema que atajó Pablo directamente fue el que la gente se estaba volviendo del evangelio verdadero a un evangelio falso. Pablo se asombró de que esto hubiera ocurrido con tanta rapidez a la gente de la iglesia gálata. ¿Cómo pudo haber ocurrido algo tan horrible a una iglesia que empezó tan bien? Encontramos la respuesta en el versículo 7, "sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo." A medida que uno va leyendo la epístola a los Gálatas, va descubriendo que los perturbadores entraron y empezaron a enseñar que los cristianos han de ser circuncidados y que han de guardar la ley de Moisés. Los apóstoles, ancianos y hermanos de la iglesia de Jerusalén tuvieron que vérselas con el mismo problema en Hechos 15 (Hch. 15:1, 5). En Hechos 15, los apóstoles, ancianos y hermanos dijeron que aquellos que enseñaban que un cristiano ha de ser circuncidado y que ha de guardar la ley de Moisés estaban tentando a Dios y cargando el cuello de los discípulos con un yugo que ni ellos ni sus padres pudieron llevar.

"Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?" (Hechos 15:10)

    También declararon que aquellos que enseñaban que un cristiano ha de ser circuncidado y que ha de guardar la ley de Moisés estaban perturbando las almas, y que ellos mismos jamás habían dado tal mandamiento, lo que significaba que los que lo enseñaban lo hacían por autoridad propia.

"Y [escribieron] ... : Los apóstoles y los ancianos y los hermanos, a los hermanos de entre los gentiles que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia, salud. Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley". (Hechos 15:23-24)

    Toma nota de que Hechos 15:24 dice que los perturbadores eran aquellos que enseñaban que un cristiano ha de circuncidarse y guardar la ley de Moisés. Gálatas 1:7 enseña lo mismo. De hecho, en Gálatas 1 Pablo dice que los que enseñaban que es necesario que un cristiano se circuncide y guarde la ley de Moisés enseñaban un evangelio falso. Predicar un evangelio falso es un pecado muy grave; de hecho, Pablo declaró: "Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema." Estas son palabras fuertes que deberían infundir temor a los corazones de los que enseñan este falso evangelio. Sin embargo, aun existiendo una maldición tan terrible sobre cualquiera lo suficientemente necio como para enseñar este falso evangelio, la Iglesia de hoy tiene a sus propios perturbadores que están enseñando el mismísimo, antiguo evangelio falso que encontramos en Gálatas 1.

"Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también conmigo a Tito. Pero subí según una revelación, y para no correr o haber corrido en vano, expuse en privado a los que tenían cierta reputación el evangelio que predico entre los gentiles. Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a circuncidarse; y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros." (Gálatas 2:1-5)

    Tito era la prueba viviente de que una persona puede ser un hijo de Dios sin tener que guardar la ley de Moisés. La Palabra de Dios dice que Tito fue con Pablo y Bernabé a Jerusalén, y que no fue obligado a circuncidarse. Aún así, los que quisieran perturbar las almas de aquellos que les escuchan, enseñan que uno ha de ser circuncidado de acuerdo a la ley de Moisés para ser salvo. Tito era la prueba viviente de lo contrario. Toma cuidadosa nota de lo que Pablo tiene que decir sobre aquellos que enseñan que los cristianos han de circuncidarse y guardar la ley de Moisés. En el versículo 4 les llama falsos hermanos, lo que significa que ni siquiera eran salvos. Es irónico el hecho de que estos perturbadores de almas inconversos estuvieran intentando enseñar a otros cómo ser salvos. Nos acordamos de las palabras de Jesús en Mateo 23 cuando Él confrontó a los fariseos con este tipo de hipocresía:

"Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros." (Mateo 23:13-15)

    Estos falsos hermanos estaban espiando la libertad de los verdaderos creyentes e intentando ponerles bajo esclavitud a la ley mosaica. Pablo contendía ardientemente por la fe al enfrentarse a estos perturbadores de almas; tanto, que no les cedía terreno ni por un momento. Como Jesús, Pablo también tuvo unas fuertes reprimendas para estas personas perdidas, aunque religiosas, y luchaba ardientemente en contra de su falso evangelio de obras. Hoy en día tenemos en nuestro medio a los mismos perturbadores de almas que enseñan que los cristianos han de guardar la ley de Moisés. Estos, al igual que los perturbadores del pasado, no soportan la verdadera libertad que tiene un hijo de Dios en Cristo Jesús e insisten en que sean puestos bajo la esclavitud de la ley mosaica. Son enemigos de la cruz y pervierten el Evangelio verdadero de Dios, y, tal como los antiguos fariseos, hacen de sus prosélitos dos veces más hijos del infierno que ellos mismos. Gracias a Dios por el verdadero Evangelio de Jesucristo que libera verdaderamente al alma.

"No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo." (Gálatas 2:21)

    La ley y la gracia no se pueden mezclar. El apóstol Pablo pone esto muy claro en el versículo que acabamos de citar. El verbo griego para "desechar" en este versículo significa: deshacerse de, apartar, desatender, hacer nulo, rechazar o rehusar. Los que creen que están estableciendo justicia por las obras de la ley han frustrado la gracia de Dios. No es de extrañar que Pablo pronunciara un juicio tan severo sobre los que enseñaban que los cristianos han de guardar la ley de Moisés (Gál. 1:6). En vez de llevar a la gente a la salvación, le llevaba a la condenación. Haciendo esto, se convertían en enemigos de la cruz, cosa que Pablo manifiesta en la última parte del versículo: "pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo". La cruz de Jesucristo es el acontecimiento más significativo de la historia, y los que enseñan la justicia por las obras de la ley convierten este sublime acontecimiento en nada. Esto es exactamente lo que le pasó a Israel como nación. Rechazó la justicia que Jesús ganó para aquellos que creen en Él, y en su lugar quisieron establecer su propia justicia por las obras de la ley.

"Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación. Porque yo les doy testimonio de que tienen celo por Dios, pero no conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree. Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas. Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado." (Romanos 10:1-11)

    Pablo reconoce que Israel tenía celo por Dios; el problema, sin embargo, era que no era conforme a ciencia. En otras palabras, eran religiosos, pero estaban perdidos. Rechazaron la justicia que Dios les ofreció por Jesús y neciamente pensaron que podían alcanzar justicia por las obras de la ley. Haciendo esto, manifestaron su incredulidad. Su única esperanza de salvación hubiera sido arrepentirse de sus propios esfuerzos de justicia por las obras de la ley, y aceptar la justicia de Dios que se recibe gratuitamente por la cruz de Jesús.

    La ley y la gracia no se pueden mezclar. Vivir por la ley traerá condenación y muerte; vivir por la gracia traerá vida y una conciencia limpia delante de Dios. Los que enseñan la justicia por guardar la ley perturban las almas de aquellos que tan neciamente les dan oído. Los que enseñan salvación por la gracia de Dios traen palabras de vida a los que quieran escuchar.

"¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano. Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?" (Gálatas 3:1-5)

    Aquellos que enseñan y sostienen que los creyentes han de guardar la ley de Moisés harían bien en prestar atención al apóstol Pablo en los versículos citados. Pablo está asombrado de que los que estaban en buen camino al empezar están ahora tan lejos del verdadero evangelio, y han abrazado en su lugar un falso evangelio de obras. ¿Cómo puede ser? Pablo les llama a los gálatas, los que creen que tienen que guardar la ley de Moisés, insensatos y necios (vv. 1 y 3). Luego sigue y demuestra su insensatez haciendo un par de preguntas retóricas. Quien quiera enseñar que los creyentes han de guardar la ley de Moisés haría bien en contestar estas preguntas también. Primero pregunta Pablo:

"Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?"

    Esta es una pregunta retórica y la repuesta obvia es que cualquiera que haya sido salvo lo ha sido por gracia, por medio de la fe, y no por sus propios intentos de guardar la ley de Moisés, como Efesios 2:8-10 nos dice. Pablo entonces avanza con otra pregunta retórica:

"¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?"

    Dicho de otra manera, ¿eres tan necio, aún reconociendo que fuiste salvado por gracia, como para pensar que ahora tu santificación se perfeccionará mediante tus esfuerzos carnales en guardar la ley de Moisés? Pablo está haciendo uso de preguntas retóricas para enseñarles a los gálatas que no sólo son salvos por fe, sino que también son perfeccionados por fe. Nuestra salvación es mediante la fe, y nuestro andar cristiano es mediante la fe, no por las obras de la ley como los falsos maestros quisieran hacerte creer.

"Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá." Gálatas 3:11

    Hoy día, hay muchos que quieren poner a los creyentes bajo los Diez Mandamientos, que eran un pacto que Dios hizo con el pueblo de Israel, solamente desde Moisés hasta la cruz. Haciendo esto, tientan a Dios y perturban las almas de aquellos que les escuchan (Hch. 15:1, 5, 10, 24). En realidad, se convierten en enemigos de la cruz de Cristo y roban la libertad (la libertad de servir a Cristo) que un hijo de Dios tiene en Cristo. Un hijo de Dios haría bien en no dar oído a sus mentiras engañosas, y en su lugar obedecer de corazón lo que dice Gálatas 4, echando fuera a la esclava.

"Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley? Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa. Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido. Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre. Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo os hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud." Gálatas 4:21 - 5:1

    La ley y la gracia no se pueden mezclar.

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